Tres niveles de vida
Tres personas se despiertan a la misma hora.
Viven en la misma ciudad
Trabajan en la misma empresa.
Las tres coinciden cada mañana en la máquina del café antes de fichar.
Una, mira salir el café con la esperanza de que le quite el sueño y la desilusión.
Otra está en paz, no pide café. Siempre elige té y paz.
La tercera siempre lleva una sonrisa, profunda. No saca nada de la máquina. Se siente agradecida por ver a sus compañeras. Eso le mantiene el Alma despierta. Agradecer…
Las tres acaban la jornada y regresan a su casa.
La primera, aún alterada por el café y la desilusión, entra en casa sintiendo que su hogar es un peso más.
Más tareas, más responsabilidades, poco tiempo, poco orden.
Cena con la misma mirada con la que veía salir el café de la mañana. Perdida…
Se mira el espejo sin verse.
Y apaga la luz, no para dormir, sino para que acabe el día. Lo mismo que pasa con su luz interior.
La segunda llega en paz a casa.
En él se reencuentra en su lugar.
Deja lo externo en el recibidor.
Se sumerge en su hogar como quien se sumerge en sus valores de vida.
Aprecia y valora lo que tiene.
Identifica aquello que le pesa y lo gestiona.
Se cuida. Se mima. Lo mismo con su hogar.
Se mira al espejo y reconoce su valor. Su crecimiento. Su integridad.
Y apaga la luz para encontrar más paz. Se sabe en su lugar.
La tercera abre la puerta de su casa como si fuese un templo.
Sabe que con tan solo ponerse bajo la luz del recibidor estará iluminando su vibración y dejando atrás lo que comprimía sus alas.
Y encenderá las luces que hoy necesita para iluminar aquello que bajó su brillo.
Y se sentará unos minutos en su lugar de poder y elevará de nuevo su vuelo.
Y con sus alas desplegadas, llevará su luz a su hogar, a su familia, a su vida…
Y cenará aquello que le mantenga el vuelo alto.
Y en el espejo no se verá físicamente, ya sabe ver su alma a través de sus ojos y sonríe. Siempre sonríe. Con calma.
Y apagará la luz para, en los sueños y encenderse más. Y agradece. Siempre agradece.
Al día siguiente se volverán a reunir las tres delante de la máquina de café.
Pero no son tres personas. Solo son una.
Las tres son la misma persona.
La primera fue hace un año. Cuando su vida pedía un cambio y no se atrevía a escucharse.
La segunda fue el segundo paso tras encender su luz interior y alinear su vida y su hogar con los ritmos vitales de la tierra.
La tercera es el nivel en el que disfruta de los beneficios de convertir su hogar en el santuario de su Alma.
Ninguna es mejor que otra.
Hace un año, ver caer el café y la vida, era su mantra hasta que al tocar fondo, decidió encender y reactivar activar su luz y su fuego interior.
La segunda fase es la que decidió poner los pies en el suelo y vivir su propia vida en armonía con los ritmos naturales de la tierra.
La tercera, con los pies firmes en su lugar natural, decide desplegar sus alas y descubrir una versión más elevada de ella misma.
Pero era necesario ver caer el café.
Era necesario dejar de dormir para despertar.
Y decidir.
Dormir o despertar.
Sobrevivir o vivir de verdad.
Hacer lo justo o Disfrutarlo todo.
Tú también tienes muchos futuros posibles.
Quizás, ojalá, ya no estés viendo caer el café y estés al menos en un lugar de paz.
Hay muchas formas de recorrer tu camino.
Te ofrezco estos tres niveles.
A través de tu hogar y de tu acompañamiento interior.
- Descubrir y reavivar tu luz interior
- Alienar tu vida y tu hogar con los ritmos sutiles de la tierra para identificar tu lugar en el mundo y fluir con suavidad en él.
- Crear tu hogar santuario para elevar tu vida y tu alma a un nivel superior de consciencia y de luz.
Las tres son personalizadas.
Con mi acompañamiento.
Una más profunda que la otra.
Las tres llenas de Luz.